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¿Podrían los nuevos medicamentos para bajar de peso estar disponibles para todos?

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Después de perder y recuperar las mismas 20 libras en más ocasiones de las que podía contar, Anita Blanchard concluyó que las dietas no le funcionaban.

Así que cuando esta profesora de la Universidad de Carolina del Norte-Charlotte se enteró de que Ozempic —desarrollado para tratar la diabetes tipo 2— ayudaba a las personas a perder peso, y mantenerlo, Blanchard supo que tenía que probarlo.

El seguro de salud para empleados estatales inicialmente cubrió la receta, y Blanchard solo tuvo un copago de $25. Dijo que en los siguientes siete meses perdió 45 libras y bajó su presión arterial y su nivel de colesterol.

Sin embargo, los beneficios más significativos fueron psicológicos.

“Paró el ruido que hacía la comida en en mi cabeza, alivió mi ansiedad, y dejé de beber como un pez”, dijo Blanchard, quien ahora tiene 60 años. “Ahora tomo una copa de vino y ya”.

Sin embargo, Carolina del Norte tuvo un shock al ver que Blanchard bajaba de peso y miles de otros empleados en el mismo seguro de salud estatal, que cubre a 76.000 empleados de 178 agencias, más a sus dependientes, intentaban hacer lo mismo.

Ozempic, y otros medicamentos similares, representaron el 10% del gasto anual en medicinas recetadas del seguro estatal, según una hoja informativa del Plan de Salud de Carolina del Norte. El tesorero estatal proyectó que esta clase de medicamentos costaría al estado más de $170 millones este año, y los costos aumentarían a más de $1,000 millones en los próximos seis.

“Esto supera la cantidad que el Plan de Salud del Estado gasta en medicamentos para el cáncer, la artritis reumatoide y la quimioterapia”, dijo el Plan de Salud en una declaración en marzo.

La junta de fideicomisarios del plan de salud eliminó la cobertura de esta clase de medicamentos para la pérdida de peso a partir de abril. El plan continúa cubriendo el fármaco para el manejo de la diabetes tipo 2.

Pero, en un giro de los acontecimientos en agosto, otra parte del gobierno de Carolina del Norte permitió que el programa de Medicaid comenzara a cubrir estos medicamentos para la pérdida de peso, no solo para la diabetes, para los residentes más pobres del estado, que están desproporcionadamente afectados por la obesidad y enfermedades relacionadas. En el estado, Medicaid cubre a más de 2 millones de personas.

Ahora, la administración saliente de Biden quiere seguir su ejemplo: el 26 de noviembre propuso que el gobierno federal cubra los medicamentos para tratar la obesidad en pacientes de Medicaid en todo el país, sumándose a los pacientes de Medicare que ya pueden utilizarlos.

A pesar de esto, el cambio en la cobertura en Carolina del Norte dejó a empleados estatales como Blanchard enfrentándose a una dura elección: dejar de tomar lo que ella considera un medicamento milagroso o pagar hasta $1,200 de su bolsillo cada mes.

“Saben que las dietas no funcionan a largo plazo para la pérdida de peso, sin embargo, están negando la cobertura de un medicamento que ha sido efectivo”, dijo Blanchard. “Resalta una mentalidad orientada a las ganancias, más enfocada en ahorrar costos que en priorizar la salud de los pacientes”.

El cambio en la cobertura destaca preocupaciones sobre el costo de estos medicamentos y las preguntas sobre si las aseguradoras deben cubrirlos.

Varios otros estados también están tratando de controlar el costo de estos medicamentos. West Virginia canceló su programa piloto para cubrir a sus empleados estatales. En Connecticut, los empleados estatales a los que se les han recetado estos medicamentos deben participar en un programa clínico de manejo del estilo de vida.

Los altos precios también han suscitado preocupaciones sobre el costo para programas de salud financiados por los contribuyentes, como Medicare.

Los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS) estimaron que la cobertura bajo la propuesta de Biden costaría alrededor de $40,000 millones en 10 años, incluyendo un costo adicional de $3,800 millones para los estados.

Sin embargo, el requisito no entraría en vigencia hasta después que el presidente electo Donald Trump asuma el cargo el 20 de enero, dándole a su administración la oportunidad de cambiarlo.

Los medicamentos agonistas GLP-1, conocidos por los nombres comerciales Ozempic, Trulicity y Wegovy, han demostrado ser efectivos para la pérdida de peso y para el manejo de la diabetes tipo 2. Funcionan desencadenando la liberación de insulina por el páncreas, ralentizando el vaciado del estómago, aumentando el nivel de saciedad y regulando el apetito al enviar señales al cerebro para indicar que el cuerpo está satisfecho.

Sin embargo, los pacientes suelen necesitar seguir tomando estos medicamentos para mantener la pérdida de peso, lo que implica costos a largo plazo.

En ensayos clínicos, los pacientes que tomaron Ozempic también mostraron reducciones significativas en problemas como ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, incluso aquellos sin diabetes o antes de comenzar a perder peso, dijo Nishant Shah, cardiólogo e investigador de la Universidad de Duke.

Hacer que estos medicamentos estén disponibles a través de Medicaid es un interés financiero a largo plazo para el estado, dijo Kody Kinsley, secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Carolina del Norte. A diferencia de los planes privados o de empleadores, Medicaid recibe generosos descuentos en este tipo de medicamentos, reduciendo significativamente el costo, explicó.

Apodando a Carolina del Norte “el cinturón de la barbacoa,” Kinsley señaló que la tasa de obesidad del estado supera el promedio nacional. El último análisis de NORC en la Universidad de Chicago mostró que el 45% de los adultos en el estado tenían un índice de masa corporal superior a 30, el umbral para la obesidad clínica, en comparación con el 42% a nivel nacional. Para los adultos negros no hispanos en el estado, esa cifra era del 55%.

Además, Kinsley dijo que, siendo Medicaid el principal pagador del cuidado a largo plazo, cubrir estos medicamentos ayuda a reducir la necesidad de atención en hogares de adultos mayores, a menudo impulsada por enfermedades crónicas mal manejadas.

“Estamos tratando de invertir nuestros recursos donde reduzcan costos a largo plazo”, afirmó. “Gasto casi mil millones de dólares al año en enfermedades relacionadas con la obesidad. Si puedo reducir ese gasto incluso en un 1%, estos medicamentos son lo más lógico”.

Pero, ¿qué pasa con las personas que no están en Medicaid? Shah, de Duke, dijo que el sistema de salud de Estados Unidos necesita eliminar las barreras que dificultan la obtención de estos medicamentos. Además de hacer que los medicamentos sean más asequibles, agregó, debería alentarse el uso de medicamentos para la pérdida de peso y el tratamiento de la obesidad como una enfermedad crónica, en lugar de estigmatizarla como un fracaso moral.

“Ya sea el costo del medicamento, las condiciones que requieren la aprobación del pagador, la cobertura médica del paciente o la inaccesibilidad de un plan que cubriría la pérdida de peso, hay barreras reales en nuestro sistema de salud”, explicó Shah.

Melissa Jones, médica de familia de Charlotte, dijo que a menudo ha observado un sesgo contra las personas en su práctica de manejo del peso cuando intentan que los seguros privados cubran estos medicamentos.

“No hay vergüenza en decir ‘tengo presión arterial alta’ o ‘heredé esta condición de mi familia,’” comentó Jones. “Pero, por alguna razón, hay vergüenza en decir, ‘Lucho con mi peso’”.

Aunque Blanchard ya no puede obtener la cobertura de Ozempic como empleada estatal, un médico de atención personalizada le recetó una versión del medicamento anti-obesidad producido en una farmacia de compuestos, disponible por ahora debido a la escasez de las versiones de marca. Aunque cree que es menos efectivo, paga $225 al mes por ella.

“Puedo manejar eso”, dijo.

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